Cuentober 2020, día 07

Concierto

El precio pagado fue su alma, pero seguía pensando que valió la pena.

Aprovechó el solo de guitarra para tomar un respiro y contempló a su embelesada audiencia. El reverente silencio que había precedido al inicio de la presentación se vio roto por la explosión de euforia surgida en unísono de centenares de gargantas al sonar los primeros acordes. Ahora, a mitad de la tercera canción, el hechizo se sostenía firme. Ni siquiera ella, que era parte del espectáculo, podía evitar admirar la sublime interpretación de sus compañeros de banda. 

Suspiró y tomó un poco de agua. El solo se acercaba a su fin. Revisó su micrófono y se alistó para volver al frente y seguir cantando. Antes de hacerlo cometió el error de lanzar una rápida mirada a un costado del escenario. De pie, con el rostro oculto entre las sombras, estaba el siniestro individuo que les exigió firmar su contrato con sangre. Por alguna razón él no la incomodaba ni la hacía sentir atemorizada, pues había hecho las paces con la decisión que habían tomado.

Pero no podía decir lo mismo de su acompañante. Esa figura de casi dos metros de alto con la mirada vacía y cuyos brazos colgaban como deshilachados a los lados de su escuálida figura la perturbaba cada que la tenía cerca, y no pudo evitar estremecerse cuando un súbito escalofrío le recorrió la columna.

Tragó saliva, encendió su micrófono, y se esforzó por sacar de su mente a aquella escalofriante presencia.

El show debía continuar.

🄯 2020 Alberto Calvo Cuéllar
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