Cuentober 2020, día 29

Fuerzas de avanzada

El estruendo de los jets volando sobre su cabeza lo hizo alzar la vista. Mientras los veía alejarse pensó que su lugar era allá arriba, con ellos, y no como parte del rastrero grupo de asalto.

Recordó la ira que lo invadió al ver la retorcida sonrisa del agente de reclutamiento que, cuando comentó que tenía licencia de vuelo y más de cien horas registradas a bordo de un Albatros, le había respondido, "El que puedas volar una vieja chatarra checa no te califica para ser piloto de nuestros modernos cazas de combate", para rematar con el comentario de que las asignaciones eran al azar y no podía garantizar que lo integrasen a la fuerza aérea.

Imbécil.

El L-39 era una buen avión, y era usado por todo el mundo para entrenar pilotos de combate. Aun si el reclutamiento asignaba hombres al azar a las distintas ramas del servicio, existía una razón para pedir que informasen cualquier antecedente de entrenamiento o habilidades especiales, así que ese resentido hombrecillo lo había bloqueado por alguna razón que no entendía.

Pero no había nada que hacer, al menos por ahora.

Miró su reloj. Faltaban casi quince minutos para iniciar el asalto. Tenía hambre, pero como la idea era que sería una incursión rápida, no les dieron raciones alimenticias. Por fortuna pensó en prevenir y se llenó una bolsa con dulces y bocadillos. Se llevó un chocolate a la boca y mientras disfrutaba la golosina miró a su alrededor, pensando una vez más en lo absurdo de esta guerra. Al menos desde el aire podia aislarse un poco de la situación.

Pero ahora debía enfocarse en su tarea presente y asegurarse de salir con vida. Ya después averiguaría con quien debía hablar sobre la posibilidad de ser transferido y, tal vez, del modo de reportar a aquel desagradable reclutador.

🄯 2020 Alberto Calvo Cuéllar
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