Cuentober 2020, día 31
Envidia y deseo
Se dejó caer a la sombra de un enorme roble. Se merecía un descanso, y aquí tendría además refugio de los inclementes rayos del sol.
Estaba seguro de que cuando se hermano se percatase de su más reciente travesura iba a estar en problemas, pero en este momento eso no importaba. Había realizado otra hazaña digna de ser contada y recordada por generaciones, pero sabía también que no podía confiar en el criterio de los tontos humanos para darse cuenta de ello.
Cada vez que pensaba que esos patéticos mortales dedicaban libros enteros a otros dioses y deidades, se enfurecía un poco pero, sobre todo, se llenaba de envidia y celos. ¿Cuántos de esos dioses habían corrido aventuras tan atrevidas y emocionantes como las suyas? Ninguno.
Aunque le dolía admitirlo, entendía la admiración que despertaba su hermano con sus épicas hazañas y atractivo físico, y sabía que si no existiera los humanos no harían mucho caso de él o el resto de los Aesir.
Había algunos libros, poemas épicos e historias tradicionales, pero no bastaba.
Sólo él había tenido incontables y rocambolescas aventuras, pero tras siglos de una sucesión de ellas no había siquiera un evangelio dedicado en su honor. Rió con cierta amargura, pero divertido por su ocurrencia. Tal vez ésa no era la palabra correcta para describir un libro acerca de él. Seguro a muy pocos mortales (o dioses) se les ocurriría asociar "buenas nuevas" con el nombre de Loki.
Lamentarse no servía de nada. Se levantó perezosamente y empezó a caminar, pensando en lo que haría después. Si lo seguía intentando, tal vez algún día lograría algo que no pudieran seguir ignorando...
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