Cuentober 2022, día 31: Infestación (demonio, agrio, cristales)

Siniestro encantamiento

La cabeza del demonio rodó hasta golpear la pared y el caballero limpió en su manga la hoja de la espada.

Empezaba a cansarse de aquella situación, pero era su deber seguir adelante. Levantó ante su rostro la cadena con los cristales espera que hubiera alguna reacción. Nada. Se relajó y bajó la espada mientras con la cabeza indicaba a su compañero que la habitación estaba limpia, as´i que podían seguir revisando aquella ala.

Eran uno de seis pares de caballeros a quienes el rey había encomendado la tarea de eliminar a cuanto demonio hallaran en el castillo, pero el lugar era enorme y el progreso lento. Tras algunas horas de ardua búsqueda habían decidido tomar turnos para descansar, y ellos eran los últimos.

No podían recibir ayuda debido al hechizo lanzado un par de noches atrás por el maldito warlock. Nadie podía entrar o salir del castillo hasta la siguiente luna llena, y faltaban seis días para ello. El muy infeliz había aprovechado el caos causado por los preparativos para el torneo, y sólo había veinte caballeros al interior del palacio.

Por consejo del mago, el rey había asignado a doce hombres para buscar demonios mientras el resto cuidaban de la familia real. El mago fue quien les explicó acerca del hechizo, pero no tenía idea que pensaba ganar el warlock al encerrarlos por una semana.

También fue él quien preparó los amuletos de cristales para que cada grupo pudiera detectar la presencia de demonios en cualquier habitación, y les dio detalladas instrucciones de cómo eliminarlos sin tener que enfrascarse en largos y peligrosos combates con ellos.

Bajaron unas cortas escaleras. En esta parte del castillo sólo les faltaba revisar un salón y una bodega, y decidió que sería mejor empezar por esta última. Al llegar a la puerta se detuvo e intercambió una mirada con su compañero. Aún cerrada era perceptible un agrio aroma en su interior.

Ambos prepararon sus armas y él levantó los cristales frente a su rostro mientras su compañero abría la puerta. Aún no atravesaban el umbral cuando los cristales comenzaron a agitarse y brillar como si estuvieran hechos de luz. La reacción fue tan intensa que el lugar debía contener varios demonios, o por lo menos uno muy grande.

Apretó los dientes y dio un paso al frente con su compañero medio paso atrás y atentos a su entorno. Elevó una plegaria al creador antes de plantarse para repetir las palabras que le enseñó el mago. Era hora de pelear y, si era su destino caer, pensaba llevarse de vuelta al infierno a tantos demonios como le fuera posible.

🄯2022 Alberto Calvo Cuéllar

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