Cuentober 2021, día 12: Sangre

 A la luz de la luna llena

El escalofriante aullido resonó por todo el bosque y le heló la sangre.

Cerró las cortinas y se alejó de la ventana. La luz de la luna llena se filtraba en la habitación, rehusándose a dejarlo a solas con su tormento.

Hacía casi una hora que había vuelto a la casa y se había encerrado. No quería pensar en la gente que abandonó en el bosque cuando trepó a la camioneta y manejó sin parar, buscando poner la mayor distancia posible entre él y aquella pesadilla de sangre y colmillos.

Se sentó en la cama y se mesó los cabellos. Estaba lleno de arrepentimientos que peleaban en su cabeza por ocupar un deshonroso primer lugar.

No debió permitir que su ambición nublara su juicio. Aquel viejo mapa estaba lleno de advertencias, pero Erik lo convenció de que no debían tomarlas en serio, que la única razón para tratar de alejar a la gente de ese lugar era que ocultaba algo muy valioso.

Una vocecilla en su interior le gritaba que no lo hiciera, pero terminó por acceder y Erik contrató a alguien para que lo ayudara a buscar el lugar. Además, la única razón para pedirle permiso era que, lo que sea que fuera, estaba en los terrenos de su familia.

En su momento se convenció a sí mismo de que había accedido sólo como una forma de echarle un ojo a Erik para que no hiciese una tontería.

Cuando Erik volvió un par de d+ias después, había hallado el lugar. Le dijo que un par de personas bastarían para excavar lo necesario, y que si prefería no ensuciarse las manos podía conseguir gente de confianza. Erik sólo asintió y quedaron de hacerlo a la noche siguiente.

Debió haberse negado. Pudo decirle a su cuñado que lo había pensado mejor y prefería no ir contra los deseos de su abuelo, quien aparentemente había dibujado y guardado aquel mapa. Y no era como si necesitara más dinero. Pero no se atrevió.

Recordó que Erik le dijo que ni siquiera iban a necesitar lámparas, pues habría luna llena, y pensó que eso debía haber encendido en él alguna señal de alarma.

Pero nunca fue bueno para oponerse a los deseos de su cuñado. Tenía mucha influencia con su hermana, y no quería tener algún problema o disgusto con Elena por una tontería.

Elena...

¿Cómo le diría que su hermano estaba muerto? ¿O que él lo había abandonado a su suerte para salvar su propio pellejo?

Ni siquiera era capaz de decir qué lo mató.

Luego de que abrieron aquella cripta todo pasó muy rápido. Un instante no había nada, pero el infierno se abrió paso entre ellos momentos después de que la luz de la luna llena penetró al interior de aquel oscuro agujero.

Erik fue el primero en caer, pero no estaba seguro de lo que vio. Cuando quiso apartarle aqwuella... cosa de encima, un agudo dolor invadió su brazo. Un furtivo vistazo antes de echar a correr le mostró unos ojos salvajes e inyectados de sangre.

Más allá de eso sólo recordaba una enorme masa de sombras, algo grande y lleno de garras, con relucientes colmillos que destellaron a la luz de la luna antes de llenarse de sangre. Después de eso había corrido hasta la camioneta sin mirar atrás una sola vez.

Extendió el brazo hacia la luz y revisó su improvisada curación. Al momento no estaba seguro si había sido un rasguño o una mordida, pero ahora, viendo el patrón de sangre en la venda, en la parte posterior del antebrazo, cerca del codo, no le quedaban dudas.

Lo que sea que los atacó en ese maldito lugar, donde abandonó a su mejor amigo junto con otras dos personas, lo había mordido.

Ahora, a la luz de la luna llena, podía sentir el fuerte palpitar de la sangre en el punto donde lo mordió, como si una bestia sedienta de sangre luchara por abrir su piel para escapar de ella y poder aterrorizar al mundo.

🄯 2021 Alberto Calvo Cuéllar

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