Cuentober 2021, día 25: Perdido

Pradera ignota

Desorientado, abrió los ojos y sintió el fresco pasto bajo su cuerpo.

Al sentarse sintió un poco de resistencia y recordó el paracaídas. Se retiró el arnés mientras volteaba a su alrededor, pero no había nada que lo ayudara a distinguir en dónde se encontraba.

Estaba en un claro en medio del campo. Frente a él había más campo abierto hasta donde alcanzaba a ver. A unos doscientos metros a su derecha empezaba una zona arbolada no demasiado espesa, y a su izquierda había una vasta zona de hierba alta.

Trató de recordar el mapa y no lograba ubicar un lugar así cerca del área donde saltaron. No recordaba qué pasó luego de saltar, y aun estaba confundido.

Quiso levantarse, pero al apoyar el pie derecho para impulsarse sintió una fuerte punzada de dolor y emitió un grito dejándose caer.

Tras unos instantes se volvió a sentar y se estiró para palparse el tobillo. No parecía haberse roto, pero estaba muy inflamado. Con cuidado trató de moverlo. La hinchazón no le permitía mucho movimiento, y la clase de dolor al extenderlo le hizo pensar que debía habérselo luxado.

Miró su reloj. Eran casi las dos de la tarde. Despegaron a las diez de la mañana, así que su salto fue hace más de tres horas. ¿Por qué nadie había ido a buscarlo?

Se esforzó una vez más por recordar lo sucedido, pero no logró nada. Lo último que recordaba eran las bromas de Mike, que se burlaba un poco de Lucy sabiendo que sería su primer salto, lo que no le hizo ninguna gracia a Andrew.

Estaban sentados en el orden en que iban a saltar: primero él, seguido de Andrew y Lucy, y Mike al final. Era el estándar, cualquier primerizo saltaba en medio del grupo, y el más experimentado siempre al final para quedar en posición de asistir a los demás si había algún problema.

Pero no recordaba el salto. ¿Habría perdido el conocimiento? ¿Algo lo golpeó? No podía recordar siquiera haber abierto la puerta. ¿Si le pasó algo, ¿por qué no recibió ayuda de Mike? ¿Acaso le pasó algo también a Lucy y Andrew?

Volvió a voltear a su alrededor, esperando ver alguna seña de dónde habían caído los demás, pero no veía nada, pues entre los árboles y la maleza sólo tenía visibilidad al frente. El cielo estaba libre de nubes, así que tal vez sería buena idea moverse a la sombra.

Se giró y se puso de rodillas. Apretó los dientes y con un esfuerzo se apoyó sobre el pie izquierdo y se incorporó. Como pudo caminó hacia el paracaídas sin poner peso en el pie derecho, e hizo una rápida inspección. No se veía roto y los tirantes estaban bien.

Sopesó sus opciones, y decidió ir hacia los árboles. Sin importar lo que decidiera hacer, iba a necesitar una rama que le sirviera a manera de muleta o bastón. Desde ahí trataría de orientarse antes de decidir qué hacer.

Si no estuviera lesionado, treparía a un árbol para tratar de buscar algún camino o señas de civilización, pero ahora no era opción.

Mientras avanzaba, maldijo un poco su propia política de no llevar consigo su celular cuando saltaba.

🄯 2021 Alberto Calvo Cuéllar

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