Cuentober 2021, día 27: Manipulación

Cegado por su belleza

Los sabuesos se escuchaban cada vez más cerca, así que se apresuró a escalar la reja.

Al caer del otro lado tropezó y cayó de rodillas, se levantó e hizo una pausa para recuperar el aliento. No podía verlos, pero no debían estar lejos y él no podía permitir que lo atraparan, así que se apresuró a alejarse del lugar.

Unas cuadras más adelante se detuvo a revisar la rodilla que se había golpeado. Era un raspón superficial, pero sentía como le punzaba, así que seguro se le iba a inflamar. Ahora lo importante era hallar un escondite.

Era poco probable que lo buscaran, no había forma de que alguien lo pusiera en una lista de sospechosos, porque nadie lo había visto, y hasta esa noche jamás había visto al hombre que acababa de matar.

Dio vuelta a la esquina y caminó dos cuadras más antes de detener un taxi. Tras pensarlo un momento, le dio la dirección de su casa. Si no sabían quién era, tampoco sabrían dónde buscarlo.

Además, moría de ganas de volver a ver a su ángel.

Sonrió al pensar en su rostro, en esas finas facciones que parecían talladas en porcelana y aquellos ojos verdes que parecían ver a través de él. Se había convertido en su razón de ser.

Desde que vio aquel angelical rostro por primera vez sintió una epifanía. Antes de ese día no sabía cuál era su lugar en el mundo, y ahora estaba seguro de que su destino era asegurarse de que todos los deseos de su ángel fueran cumplidos.

Por eso había matado a ese hombre.

Su ángel le había dicho que jamás podría ser feliz si ese hombre seguía siendo parte de su vida. No le pidió que hiciera algo al respecto, pero no hacía falta. Él estaba encantado de hacer lo que fuera para verla feliz.

Ni siquiera esperaba algo a cambio. Le bastaba con estar cerca de ella y ayudar a que fuera feliz.

Pagó al conductor y descendió del auto. Levantó la mirada y vio luz en su departamento.

El rostro se le iluminó. Su ángel estaba en casa.

Casi corrió hacia la puerta del edificio mientras buscaba sus llaves.

🄯2021 Alberto Calvo Cuéllar