Cuentober 2022, día 10: Incendio (Samhain, sofocante, árboles)
Hogueras de medianoche
La visibilidad era mínima y el calor empezaba a volverse insoportable.
Hacía más de diez minutos que Barry había perdido de vista a su grupo, y a juzgar por la temperatura y humo, no pasaría mucho antes de que tuviera que dar marcha atrás para salir de ahí. Aunque no había viento y el rápido trabajo de las brigadas para hacer zanjas alrededor de la zona afectada limitaría el daño, no habría forma de sofocar el incendio antes de mañana.
Pese al sofocante calor, siguió adelante, alerta a lo que le rodeaba. En cierto modo se sentía culpable. Un par de días atrás había visto al menor de los Bridgewell hablando con un grupo de chicos que no eran del pueblo, y estos parecían muy interesados en las tradiciones del Samhain, lo que no era raro entre turistas llegados del sur.
Escuchó a Billy hablando del uso de hogueras para purificar el espíritu, pero en ese momento no le dio importancia. Cada año, la noche del 31 de octubre, los jóvenes de la región aún las encendían en lo alto de las colinas, pero a nadie le preocupaba, porque habían crecido sabiendo cómo hacerlo de modo seguro.
Pero el idiota de Billy Bridgewell no les había explicado eso, y los muy tontos no pensaron en pedir que les permitieran acompañar a los chicos locales. Cuando sonó la alarma y se reunieron las brigadas, vio a los jóvenes turistas y les preguntó qué había pasado.
Uno de ellos confesó que el día anterior, antes del anochecer, se habían internado entre los árboles colina arriba con un acelerador como los que se usan para prender parrillas de jardín, y reunido leña para encender una pequeña hoguera. El problema es que no buscaron un buen lugar y el viento les jugó una mala pasada.
En su pánico por huir se habían separado, y dos de ellos aún no aparecían. Ésa era la razón por la que Barry seguía allá arriba, buscando entre los árboles algún signo del paradero de los tontos chicos. Miró a su alrededor y pensó que, si habían corrido en la dirección equivocada, estaban más allá de las zanjas y no habría nada que hacer.
Sacudió la cabeza y siguió andando. Los buscaría cinco minutos más antes de dar vuelta y volver al pueblo, aun si en el fondo de su ser sabía que no los encontraría.
🄯2022 Alberto Calvo Cuéllar
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