Cuentober 2022, día 19: Clandestino (arrojar, combate, derretido)

Hallazgo siniestro

Aquella era la escena del crimen más inusual que había visto jamás.

Cuando recibió el llamado para atender el hallazgo de un cadáver, la ubicación fue lo primero que lo extrañó.

Años atrás esa parte de la ciudad había sido un popular barrio de viviendas para oficinistas y trabajadores, pero tras pocos años se descubrió que los desarrolladores habían construido rápido y barato, y que la zona era inestable y propensa a derrumbes y socavones, la gente se fue mudando tan rápido como pudo.

Ahora era como un pueblo fantasma. Quedaban algunos edificios de departamentos abandonados, y muchos habían sido reemplazados por bodegas rara vez usadas por empresas respetables. La zona era tan poco segura que ni siquiera los junkies, dealers y pandilleros de la ciudad parecían interesados en aquellos edificios.

Pero éste era distinto. Al parecer nadie vivía ahí, pero no parecía abandonado. El exterior era casi idéntico a otros inmuebles aledaños, pero no estaba tan descuidado como todo a su alrededor. En su interior eran evidentes a la vista la gran cantidad de reparaciones y modificaciones que se habían realizado.

Pero ninguna era tan inusual como lo que habían hecho con el sótano, convertido en una arena clandestina. Las peleas ilegales no eran algo inusual en la periferia de las grandes ciudades, pero era claro que habían invertido mucho para acondicionar el lugar, lo que lo hacía sospechar el tipo de clientela que lo frecuentaba.

La idea de un montón de riquillos dispuestos a pagar por ver a otros seres humanos hacerse daño en un combate sin reglas tampoco era nueva, pero hacía que el caso fuera más delicado, pues seguro encontraría trabas para realizar su investigación y habría presiones para darle carpetazo rápido y encubrir lo que habían descubierto.

Echó un vistazo a la jaula y las butacas a su alrededor, y esperó a que el equipo de investigación forense le permitiera acercarse. El cuerpo pertenecía a un hombre. Veinti muchos o treinta y pocos años de edad, hispano a juzgar por el color de piel, y en buena forma física, lo que tampoco era raro bajo estas circunstancias.

Lo inusual era el estado de su cráneo. La piel y músculos que lo cubrían en vida se habían derretido, y no parecía haber señas de quemaduras, así que debían haber usado algún tipo de ácido. Mientras los técnicos tomaban fotos de todo y revisaban cuidadosamente el cuerpo, comenzó a tomar notas mentales de lo que veía.

Las manos no tenían guantes ni vendajes, normal en peleas ilegales, pero tampoco parecían los de un peleador, Los nudillos no estaban maltratados, pero las callosas palmas y yemas de los dedos pertenecían a una persona dedicada al trabajo físico y con herramientas.

La lona mostraba huellas de sangre reciente, pero en general parecía nueva, y no parecía haber quemaduras producto del ácido usado para matar a aquel infeliz. Todo el asunto planteaba interrogantes demasiado complicadas como para intentar responderlas sin contar con más información.

¿Quién llamó a la policía? ¿Qué clase de peleas se daban en ese lugar? ¿Cómo había muerto aquel hombre? ¿Era posible arrojar ácido contra el rostro de otra persona sin salpicar su cuerpo o el piso a su alrededor? No parecía que hubieran salido de ahí con prisa, así que ¿por qué dejaron ahí el cadáver?

Se hizo a un lado para dejar trabajar a los demás y se dirigió a donde un par de uniformados miraban con curiosidad. Quería saber si ya habían revisado el edificio y qué habían hallado. Y si aún no lo hacían, era momento de ponerlos a trabajar. Iba a ser una larga noche, así que entre más pronto comenzaran, mejor para todos.

🄯2022 Alberto Calvo Cuéllar

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