Cuentober 2022, día 23: Atrapado (gato, cadáver, linterna)

Búsqueda accidentada

Su tobillo estaba cada vez más hinchado y comenzaba a desesperarse.

La humedad le producía flujo nasal, y empezaba a sentir frío. Y todo por culpa de un estúpido animal que probablemente ya estaba de vuelta en casa.

Hacía casi una hora que había salido a buscarlo, pero no estaba seguro de que su demora bastara para que Elsa saliera a ver dónde estaba. Ella lo convenció de salir a buscar al gato porque estaba segura de que habría helada esa noche y no quería que se quedara fuera, y el sabía que no tenía caso discutir al respecto.

Tras buscar sin éxito por varias cuadras había decidido dar un vistazo al sendero que seguía el cauce del arroyo que corría a espaldas del vecindario, pero nunca imaginó que la lluvia hubiera reblandecido tanto el suelo, y un pequeño deslave lo hizo rodar varios metros casi hasta llegar al arroyo.

El terreno no estaba tan mal, y bajo condiciones normales le hubiera tomado unos minutos salir de ahí, pero al intentar ponerse en pie descubrió que algo andaba mal con su tobillo. No sabía si era una torcedura, esguince o algo más, pero al menos estaba seguro de que no se había roto nada.

Su celular se había quedado casi sin batería luego de haberlo usado como linterna mientras buscaba al Sr. Bigotes. No se atrevía a marcarle a Elsa porque temía que no le respondiera y el celular se apagara. Había decidido esperar un poco a ver si salía a buscarlo antes de llamar para pedir ayuda, pero empezaba a reconsiderar.

Además, había otros factores a tomar en cuenta. Por ejemplo, si Elsa salía a ver si le había ocurrido algo, lo más probable era que se limitara a buscarlo en las calles y no en el sendero. Por otro lado, la temperatura seguía bajando y, a juzgar por cómo le dolía, su tobillo comenzaba a resentirlo.

Pero lo que lo convenció de sacar el teléfono fue que la brisa nocturna le había llevado un desagradable olor que ya era casi insoportable. De inmediato lo había hecho recordar aquel verano en que ayudó a su tío a hacer reparaciones en casa de los abuelos, y mientras derribaban un muro percibieron un olor similar.

El apestoso hedor se debía a un puñado de pequeños pájaros habían quedado atrapados tras la pared al colapsar su nido, aparentemente ubicado en una ventila del ático. Por eso ahora estaba seguro de que en alguna parte no muy lejos de él debía hallarse el cadáver de un animal. O de varios, pues apestaba horrible.

2%. Ojalá no lo dejaran esperando en la línea. Mentalmente cruzó los dedos y marcó 9-1-1.

🄯2022 Alberto Calvo Cuéllar

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