Cuentober 2022, día 7: Comunión (relajar, emoción, dientes)

El último deleite

Una oleada de placer recorrió su cuerpo y ella se abandonó a la sensación.

No había palabras para describir la emoción que la invadió al sentir a aquel hermoso ser invadiendo su cuerpo y creando una nueva intimidad entre ambos. Como si toda ella hubiera dejado atrás las limitaciones de la carne, se sentía flotar, sin peso, en medio de un sueño del que no quería despertar.

Era el destino, tenía que ser. Horas antes, cuando en medio de su aburrición lo vio llegar a la fiesta, convertido en el instantáneo centro de atención, algo le decía que iban a acabar juntos la velada. Su elegante y grácil andar parecían desentonar con su fría mirada y porte varonil, pero de algún modo le pareció apropiado que aquella hermosa criatura no se pareciera a nadie más.

Cuando sus ojos fueron encontrados por la fría pero profunda mirada que parecía responder a su secreto escrutinio, un delicioso escalofrío había recorrido su cuerpo. Él se había abierto paso por el salón poco a poco, saludando a unos y sonriendo a otros, hasta llegar a ella. Sin decir palabra le había hecho una reverencia antes de posar sus labios sobre su mano derecha.

Aún sentía el enloquecedor hormigueo que el contacto de su piel había provocado en ella, como subía por su brazo y recorría todo su cuerpo, como si se tratase de un ser vivo que tratara de memorizar cada rincón de su ser. A partir de ese momento habían pasado toda la noche juntos, hablando de nimiedades y riendo de todo.

Ella misma sugirió abandonar la fiesta e ir a su casa, algo que jamás había hecho con hombre alguno. De no haber estado tan excitada es probable que ella misma se hubiese escandalizado con su conducta. No lo podía explicar, pero desde el primer momento sintió que se podía relajar con él.

Y ahora se le entregaba toda, sin ofrecer resistencia y satisfecha de renunciar a todo por él. En otro momento le habría preocupado que la sangre que fluía de su cuello pudiera manchar su costoso vestido, pero ahora no le importaba.

Era como si nada en el mundo existiese, salvo la eléctrica sensación de calor que emanaba de aquellos dientes que, hundidos en su garganta, la hacían sentir más viva que nunca.

🄯2022 Alberto Calvo Cuéllar

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