Ideas fracturadas

Siniestro encantamiento La cabeza del demonio rodó hasta golpear la pared y el caballero limpió en su manga la hoja de la espada. Empezaba a cansarse de aquella situación, pero era su deber seguir adelante. Levantó ante su rostro la cadena con los cristales espera que hubiera alguna reacción. Nada. Se relajó y bajó la espada mientras con la cabeza indicaba a su compañero que la habitación estaba limpia, as´i que podían seguir revisando aquella ala. Eran uno de seis pares de caballeros a quienes el rey había encomendado la tarea de eliminar a cuanto demonio hallaran en el castillo, pero el lugar era enorme y el progreso lento. Tras algunas horas de ardua búsqueda habían decidido tomar turnos para descansar, y ellos eran los últimos. No podían recibir ayuda debido al hechizo lanzado un par de noches atrás por el maldito warlock. Nadie podía entrar o salir del castillo hasta la siguiente luna llena, y faltaban seis días para ello. El muy infeliz había aprovechado el caos causado por l

Caminata nocturna Levantó el cuello de su chaqueta para protegerse mejor del frío aire nocturno. Por lo regular encontraba relajantes aquellas caminatas nocturnas cuando salía a pasear al perro luego de un arduo día de trabajo, pero hoy se sentía algo raro en el ambiente. El vecindario estaba más callado que de costumbre, y el usualmente apagado ulular del viento helado añadía un tétrico toque a una noche brumosa. El efecto como de neblina envolvía todo en un pálido velo que parecía esconder secretos, e incluso Orión parecía sentir que algo no estaba bien. Por lo regular le emocionaba salir y amenazaba con arrastrarlo por la calle, pero hoy avanzaba muy despacio, como si no quisiera alejarse de él. Incluso tuvo que hacer algo inusual y recoger un poco la correa para evitar que ésta se enredase en sus piernas. Por fin alcanzaron el final del parque, que era el punto más lejano al que llegaban antes de dar vuelta y volver a casa. Suspiró aliviado, pero mientras daba la vuelta, de reo

Arte de fantasía Levantó el caballete que había tirado y se disculpó con el profesor, que sin decir palabra lo miraba con desaprobación. No era normal que estuviera tan distraído mientras pintaba. Ni siquiera cuando unos días atrás hicieron su primera práctica de dibujo en vivo con una modelo desnuda se había sentido tan nervioso como hoy, y no lograba explicarse qué era lo que lo tenía tan intranquilo. Hizo una mueca mientras sacudía el polvo del lienzo y lo colocó de vuelta en su lugar. Respiró hondo y trató de concentrarse. No se sentía cómodo con la tarea del día: debían ilustrar una escena de un cuento de hadas, y aunque a ninguno de sus compañeros parecía molestarle, era algo que lo hacía sentir intranquilo. Supuso que era una cuestión de formación. En este lugar todos habían crecido con una idea muy romántica de esos personajes mágicos, y la mayoría los ubicaba más que nada por lo que habían visto en cualquier cantidad de películas animadas, así que la asignación les parecía

Bocadillo nocturno Escupió el bocado que distraídamente se había llevado a la boca. No fue que tuviera mal sabor, sino que se sentía seboso. La desagradable sensación lo hizo fruncir el ceño. Bebió un poco de agua y se acercó a inspeccionar con atención el plato lleno de comida fría. Sólo entonces notó que afuera estaba oscuro y que la casa, como el resto del vecindario, estaba en silencio. ¡Ya era de noche! Sacó su reloj de bolsillo sólo para confirmarlo, y se preguntó hacía cuento que su sirviente le había llevado aquella charola. Recordaba vagamente que había tocado a su puerta para decirle que, ya que no parecía que fuera a bajar a comer, la señora Winters le había mandado algo. Sin voltear a verlo le pidió dejarlo en la mesa de la esquina, lejos de su área de trabajo y luego se olvidó del asunto. La única razón para notarlo fue que necesitaba un paño seco y mientras miraba a su alrededor vio el plato. Entonces se dio cuenta de que tenía hambre y por eso tomó un trozo de carne

Escalada helada Tenía raciones suficientes para varios días, pero esperaba no tener que usarlas. Masticó despacio mientras se acomodaba la bufanda para minimizar el golpe del gélido aire de la montaña. Revisó una vez más sus provisiones, las correas de su mochila, y las cuerdas y herramientas que le quedaban. Estaba solo, lo que complicaba el uso normal del arnés, anclajes y mosquetones, pero seguían siendo útiles herramientas de seguridad, sobre todo una vez que iniciara su descenso. Durante el derrumbe perdió su piolet, pero había improvisado uno con las piezas que encontró en la mochila del guía. Sintió una extraña punzada al pensar en el pobre desgraciado y echó un vistazo a la improvisada mortaja en que había envuelto el cadáver. No podía llevarlo consigo, pero en cuento regresara a la civilización haría todo lo posible por organizar una expedición para recuperar el cuerpo. Lástima que no sería posible hacer lo mismo por Mike. Trató de sacudirse eso de la cabeza. Debía hallar

Familia incómoda Asintió satisfecho. La trampa estaba lista. Los más conservadores entre sus consejeros se habían manifestado en contra del plan, conminándolo a contener su ira sólo por tratarse de su primo, pues estaban convencidos de que esas acciones crearían en el pueblo la percepción de que existía en el seno de la familia real, lo que podría dividir a la población, con todo lo que ello implicaba. Entendía su punto, claro, pero también sabía que la conducta del duque no era la que se esperaba de uno de los pares del reino, además de que no era la primera vez que sus actos resultaban en conflictos innecesarios. La última vez, al comparecer ante él, había jurado corregirse y enmendar sus modos. Conocía a su primo y sabía que sus palabras eran huecas y carecían de valor, así que le advirtió lo que pasaría si volvía a sobrepasar los límites de su paciencia. El hecho de tener que supervisar tan inusuales trabajos en los parapetos de la torre central era prueba fehaciente de que hab

Estancia peligrosa Maldijo entre dientes y arrojó al suelo el puñado de negras yerbas que había arrancado. Era la misma planta, no tenía duda, pero aquello no tenía sentido. Jamás había sido supersticioso y no pensaba empezar ahora, incluso si su mente era incapaz de hallar una explicación a lo que estaba sucediendo, pero tenía que aceptar que algo extraño estaba sucediendo y que de algún modo era culpa suya. Caminó un poco entre las ordenadas hortalizas que él mismo ayudaba a cuidar y sintió una desesperación que lo hacía querer arrancarse los cabellos. El brote de la maldita yerba estaba por todos lados. Dio vuelta sobre sus pasos e inició el camino de regreso a la cabaña. Debía empacar e irse lo antes posible, y retrasarlo uno o dos día más no iba a ayudar a nadie. Había llegado un par de semanas atrás. Su primo lo recibió con los brazos abiertos, y aunque al principio su mujer no parecía muy contenta, en pocos días se la ganó a base de trabajo duro, y los niños parecían encanta

Desesperante espera No importaba qué tan intensamente mirase el teléfono, éste seguía sin sonar. Su cuñado había prometido llamarlo en cuanto los doctores le dijeran algo, pero las horas pasaban y él seguía sin noticias sobre el estado de su hermana. ¿Cuánto podía durar una cirugía? No tenía idea, pero sabía que podían ser horas. Eso no lo tranquilizaba, y aunque se suponía que estaba trabajando, la verdad era que no podía enfocarse lo suficiente como para avanzar en algo. Sabía que su jefe no lo iba a presionar, pero aún así sentía que se estaba haciendo el tonto. Tampoco hubiera sido productivo quedarse en el hospital, pero eso no impedía que sintiera que debía hacer algo más. Se paró para ir a lavarse la cara y luego regresó a sentarse. Recordó algo y se levantó de nuevo, ahora para revisar los bolsillos de su chaqueta colgada en el perchero, y extrajo la tarjeta que le había dado aquel misterioso extraño que lo había abordado esa mañana mientras esperaba el autobús. —Sé lo qu

Búsqueda accidentada Su tobillo estaba cada vez más hinchado y comenzaba a desesperarse. La humedad le producía flujo nasal, y empezaba a sentir frío. Y todo por culpa de un estúpido animal que probablemente ya estaba de vuelta en casa. Hacía casi una hora que había salido a buscarlo, pero no estaba seguro de que su demora bastara para que Elsa saliera a ver dónde estaba. Ella lo convenció de salir a buscar al gato porque estaba segura de que habría helada esa noche y no quería que se quedara fuera, y el sabía que no tenía caso discutir al respecto. Tras buscar sin éxito por varias cuadras había decidido dar un vistazo al sendero que seguía el cauce del arroyo que corría a espaldas del vecindario, pero nunca imaginó que la lluvia hubiera reblandecido tanto el suelo, y un pequeño deslave lo hizo rodar varios metros casi hasta llegar al arroyo. El terreno no estaba tan mal, y bajo condiciones normales le hubiera tomado unos minutos salir de ahí, pero al intentar ponerse en pie descu

Ritos finales Las atenciones mostradas por todos a su alrededor casi la hacían sentir culpable. Era comprensible que todos se mostraran afligidos por ella y se tomaran cualquier cantidad de molestias para asegurarse de que estaba bien. Después de todo, pese a que aún no cumplía veinte años de edad, ya era viuda. Su marido fue uno de los hombres más respetados de la comunidad, pero ella sabía que jamás fue querido, y entendía mejor que nadie por qué había sido así. La verdad era que su marido había sido un bastardo que había causado dolor y miseria a sus vecinos aun si ninguno se atrevía a reconocerlo en voz alta. Y en privado era aun peor. Nunca la había golpeado. Tampoco había tratado de forzarla en las cada vez más frecuentes ocasiones en que se negaba a tener intimidad con él. Pero había muchas otras formas de maltrato, y el infeliz se había asegurado de explorarlas todas durante el casi año y medio que estuvieron casados. Por eso, cuando se presentó la oportunidad de poner fi

El sueño equivocado Ser El Elegido no era tan emocionante o divertido como las historias le habían hecho creer. Iniciar un viaje de búsqueda y autodescubrimiento parecía el inicio de una gran aventura, y aún recordaba la emoción que sintió al tener en sus manos la espada que lo identificaba como un héroe, además de que validaba que era el legítimo heredero al trono del reino, pero desde entonces las cosas iban de mal en peor. La primera decepción fue descubrir que la espada no tenía propiedades mágicas y no lo hacía invencible. Tenía que aprender a usarla, y el maestro de armas parecía divertido con su falta de avances. El problema es que toda la vida había sido torpe en cualquier actividad física, y aquella hermosa hoja doble era mucho más pesada de lo que esperaba. Luego estuvo el incidente en la cueva. Sentía escalofríos sólo de recordarlo. Tuvo suerte de no morir rostizado por aquel dragón, pero lo peor fue aguantar las burlas de ser Aric durante el camino de regreso. Nadie res

Terror en las alturas Mientras surcaba los cielos, pensó en lo insignificante que era todo allá abajo. Desde aquí, la gente era menos que insectos, e incluso los más altos rascacielos perdían el aire de majestuosidad que la mayoría les atribuía. Bajo esta nueva perspectiva podía entender muchas cosas. En contexto los logros de la sociedad eran patéticos, y ahora entendía por qué las masas siempre buscaban un líder a quien seguir. Eso abría posibilidades interesantes. Lo escuchó y sintió antes de verlo. El aire desplazado por el avión de pasajeros creaba una sutil pero perceptible alteración en el viento, y el estruendoso sonido de su turbina era mucho más notorio acá arriba de lo que jamás había sido desde el suelo. Pensó en cómo se sintió el cambio en el aire a su alrededor, y se le ocurrió algo. Sonrió con malicia y se enfiló hacia la aeronave. Alteró su ángulo de ataque para pasar lo más cerca posible de una de sus alas, y después de hacerlo a toda velocidad miró divertido cómo

Hallazgo siniestro Aquella era la escena del crimen más inusual que había visto jamás. Cuando recibió el llamado para atender el hallazgo de un cadáver, la ubicación fue lo primero que lo extrañó. Años atrás esa parte de la ciudad había sido un popular barrio de viviendas para oficinistas y trabajadores, pero tras pocos años se descubrió que los desarrolladores habían construido rápido y barato, y que la zona era inestable y propensa a derrumbes y socavones, la gente se fue mudando tan rápido como pudo. Ahora era como un pueblo fantasma. Quedaban algunos edificios de departamentos abandonados, y muchos habían sido reemplazados por bodegas rara vez usadas por empresas respetables. La zona era tan poco segura que ni siquiera los junkies , dealers y pandilleros de la ciudad parecían interesados en aquellos edificios. Pero éste era distinto. Al parecer nadie vivía ahí, pero no parecía abandonado. El exterior era casi idéntico a otros inmuebles aledaños, pero no estaba tan descuidado

Duelo de gladiadores Había sido un error inscribirse en el torneo, pero ya no podía dar marcha atrás. Vio pasar la camilla con el perdedor del último combate y maldijo en silencio. No debió dejarse convencer de participar. Desde que tenía memoria, incluso cuando era un flaco y largirucho muchacho adolescente, nunca había rehuido de una pelea, y con el tiempo se volvió bastante bueno. Además, haber crecido y ser uno de los guerreros más grandes en la comarca tenía sus ventajas. Pero la bolsa por ganar el torneo era demasiado atractiva y atrajo gente de muchas otras partes, incluyendo algunos gladiadores que, según los rumores, en realidad eran mercenarios. Aunque técnicamente ninguno de ellos había roto las reglas (todavía), un puñado de peleadores menos experimentados ya habían resultado lastimados. Había un tipo cuyo rostro y cuerpo acusaban decenas de cicatrices, como si hubiera sobrevivido a mil batallas. Tenía una apariencia feroz y un tanto siniestra, pues le faltaba un pedazo

Descanso natural El crepitar de las ramas y su incesante golpeteo contra la ventana la tenía con los nervios de punta. Cuando su cuñada le ofreció la cabaña para descansar mientras se recuperaba del accidente, la idea le encantó. La había visitado en un par de ocasiones, y desde entonces se enamoró del paisaje. La colina dominaba un extenso valle rodeado de arboledas. Le encantaba la tranquilidad del lugar y lo fresco del aire lejos de la ciudad, y caminar por sus veredas era una experiencia relajante. Además, decir que se trataba de una cabaña era estirar demasiado el término, pues contaba con electricidad, wifi y agua corriente. El mobiliario y electrodomésticos no eran distintos de los que podía hallar en cualquier casa de los suburbios, así que tampoco extrañaba las comodidades de su vida diaria. Lo que la había tomado por sorpresa fueron las noches. Ahora que el verano se acercaba a su fin, el suave viento que solía mecer las copas de los árboles soplaba con mayor fuerza, y su

Sobreviviente El camastro era duro como una piedra y la espalda le dolía casi tanto como las heridas. Si sentía dolor, seguía con vida. No lo esperaba luego de la emboscada en el Cañón de las Arañas, pero habían logrado escoltar a la princesa de vuelta al castillo. Él y un puñado de sus hombres quedaron atrapados fuera del castillo con una horda de orcos pisándoles los talones, pero no se arrepentía de haber ordenado levantar el puente. Miró a su alrededor y por los muros y la forma de las ventanas le pareció estar en una de las torres del castillo, pero no tenía idea de cómo había llegado hasta ahí. Quiso sentarse, pero se sintió mareado y desistió en el esfuerzo. Levantó la cabeza y con la mirada buscó alguna seña de dónde estaba, pero había pocos muebles y no le resultaban familiares. Sobre la mesita al lado de la cama había paños y un mortero lleno de una viscosa sustancia, quizá un ungüento. Al otro lado de la habitación había una mesa más grande llena de cosas que no podía id

Paciente carrera Era imposible ver en medio de esa torrencial lluvia, pero debía seguir avanzando. Usualmente no tenía problema para ignorar el sonido de la sirena, pero su incesante ulular se sentía fuera de lugar mientras conducía a sólo diez kilómetros por hora en las casi desiertas calles de la ciudad. Era consciente de lo que pasaba atrás, y la impotencia al no poder hacer nada comenzaba a frustrarlo. Pensó en la escena que encontraron y tuvo que cerrar un instante los ojos mientras maldecía en silencio. Tras casi diez años en la ambulancia del turno de noche, estaba convencido de que ya nada podía impactarlo. Ahora veía que se había equivocado. No conocía a nadie tan sereno y calmado ante una situación extrema como Luisa, e incluso la experimentada socorrista se había mostrado perturbada ante el asqueroso espectáculo que hallaron en ese lugar. El silencio de su parlanchina compañera era seña de que estaba por completo enfocada en mantener con vida a su paciente. La lluvia no

Sanguinario asesino El técnico forense asintió su aprobación y el detective cerró los ojos de la víctima. Era la tercera víctima que encontraban desangrada esta semana, y estaba consciente de que no podrían mantener a raya a la prensa por mucho tiempo. Ya imaginaba los encabezados y cintillos sensacionalistas que vería en los próximos días. "¡Vampiro aterroriza a la ciudad!" "¡Drena a sus víctimas antes de desecharlas!" Muchos de esos rumores cesarían si hacían público el M.O. del asesino, pero sería irresponsable revelar detalles de una investigación en curso. Estaba seguro de que el capitán jamás lo aprobaría, y tenía razón. Su trabajo era detener criminales y proteger a la población, no hacer relaciones públicas. Por otro lado, a pesar de la elaborada planeación detrás de estos homicidios, la investigación forense indicaba que el asesino era un tanto descuidado, ya fuera por soberbia o exceso de confianza, y era cuestión de tiempo para que cometiera un error

Desencuentro fatal La cabeza le zumbaba y no podía pensar con claridad. Sus manos estaban llenas de sangre, y no sabía por qué. Miró a su alrededor tratando de recordar dónde estaba y cómo había llegado ahí, pero lo único que entendía era que estaba en medio de un bosque. No tenía idea de en dónde estaba, pero empezó a caminar, lentamente y sin rumbo. No sabía donde iba, pero no podía sólo quedarse ahí. Conforme avanzaba sentía que poco a poco podía pensar con más claridad, pero por más que se esforzaba no recordaba qué había sucedido. Escuchó ruido de agua y lo siguió hasta un arroyo. Ahí se lavó las manos hasta que pudo sacar toda la sangre, y después se mojó la cara, esperando que eso lo ayudara a despejarse un poco. Se quedó viendo su reflejo en la superficie y se estremeció. No supo por qué, pero ver su rostro deformado por el agua agitada lo había perturbado. Se levantó y, tras pensarlo un momento, decidió seguir el arroyo corriente abajo. No tenía idea de la hora, pero el

La noche final Desde su balcón veía los incendios, y la brisa nocturna acarreaba gritos y sirenas. Satisfecho, dio un sorbo a su copa y dio vuelta para regresar al interior de su departamento. Se dejó caer en el sofá y sacó su teléfono. La mayoría de su gente ya se había reportado y todo iba de acuerdo al plan. Poco a poco la anarquía se apoderaba de la ciudad. Encendió la televisión y empezó a recorrer canales en busca de noticias. Ahí. Entre caos y ruido, el alcalde intentaba calmar a la población, pero su rostro no ocultaba el horror que sentía. Y es que, a diferencia de la mayoría de la gente, él sabía la verdad. La ciudad estaba perdida, no había escape posible. Se levantó en busca de la botella de vino para rellenar su copa, y mientras pensó en su siguiente paso. Tendría que esperar unos días antes de cualquier cosa, pero nunca fue bueno para mantenerse ocioso, y menos cuando había cosas por hacer. El pánico y las revueltas resultantes durarían al menos una semana, pero ante

Hamburguesas y dinosaurios Su padre escupió refresco con tanta fuerza que bañó su hamburguesa en él. Danny miró a su alrededor y notó que desde otras mesas habían volteado a ver lo ocurrido, y su papá se veía muy avergonzado. Mientras se limpiaba, el hombre volteó a ver a Danny, el menor de sus hijos, con una mirada que parecía acusarlo de algo, pero no sabía que, así que sólo le sostuvo la mirada. Tras unos momentos, su padre suavizó la expresión y con voz calmada le preguntó a qué se refería. Danny lo vio como si fuera un tonto. ¿Acaso debía explicarle todo? Suspiró para armarse de paciencia, y repitió su duda, hablando con lentitud y haciendo una marcada pausa entre palabras. —Pregunté si mi hamburguesa contenía algo de dinosaurio. Su padre parecía confundido. Volteó a ver a su mamá, pero ni ella ni Lily parecían interesadas en su conversación y miraban con atención las piezas de pollo rostizado que comían. Él y su padre habían pedido hamburguesas, y ahora su padre le daba una

Hogueras de medianoche La visibilidad era mínima y el calor empezaba a volverse insoportable. Hacía más de diez minutos que Barry había perdido de vista a su grupo, y a juzgar por la temperatura y humo, no pasaría mucho antes de que tuviera que dar marcha atrás para salir de ahí. Aunque no había viento y el rápido trabajo de las brigadas para hacer zanjas alrededor de la zona afectada limitaría el daño, no habría forma de sofocar el incendio antes de mañana. Pese al sofocante calor, siguió adelante, alerta a lo que le rodeaba. En cierto modo se sentía culpable. Un par de días atrás había visto al menor de los Bridgewell hablando con un grupo de chicos que no eran del pueblo, y estos parecían muy interesados en las tradiciones del Samhain, lo que no era raro entre turistas llegados del sur. Escuchó a Billy hablando del uso de hogueras para purificar el espíritu, pero en ese momento no le dio importancia. Cada año, la noche del 31 de octubre, los jóvenes de la región aún las encendía

Añoranza y deseos Era increíble poder olvidarse para siempre de aquella maldita botella. Había pasado una eternidad desde la última vez que fue libre, y no era hipérbole. El mundo era un lugar muy distinto a lo que había conocido, y los ocasionales vistazos que había tenido a lo largo del tiempo no eran preparación adecuada para experimentarlo. El gozo causado por su nueva libertad se había visto templado por la melancolía que lo invadió al recordar que estaba solo en este mundo. La gente que amó y todo lo que alguna vez conoció se había perdido para siempre en las arenas del tiempo, y el paraíso al que alguna vez llamó hogar era ahora un sueño distante. Pero, cumplido su castigo, merecía un poco de paz. Lo primero que haría sería irse de viaje. No había forma de descubrir qué quería de este mundo sin antes conocerlo, así que eso es lo que iba a hacer. Vería aldeas y ciudades, pasaría años recorriendo caminos vigentes y olvidados, y visitando cuanta maravilla natural estuviera a su al

Fuego y acero Las llamas se alzaron con fiereza mientras otra espada caía al fuego. El herrero tenía un gesto adusto mientras realizaba su trabajo. Esa mañana el mayor de sus hijos había traído otra carreta con armas, y ahora las acarreaba al viejo tablón que usaban como mesa de trabajo mientras ambos eran vigilados de cerca por los hombres que el rey asignó para ello. Limpió el lodoso acero de otra hoja y la arrojó a las llamas. Cerró los ojos al sentir cómo se elevaba una nueva lengua de fuego y exhaló antes de darse vuelta para limpiarse el sudor del rostro. Mientras se limpiaba miró hacia la aldea y pensó que por unos meses no pasarían hambre. Esas eran buenas noticias luego de ser duramente golpeados por el invierno más crudo que podía recordar. Ninguno de sus vecinos se había alzado en armas, así que el rey estuvo dispuesto a considerarlos como víctimas del incidente. Antes de irse, el monarca lo comisionó para fundir las armas en barras de acero que se llevarían a otra part

El último deleite Una oleada de placer recorrió su cuerpo y ella se abandonó a la sensación. No había palabras para describir la emoción que la invadió al sentir a aquel hermoso ser invadiendo su cuerpo y creando una nueva intimidad entre ambos. Como si toda ella hubiera dejado atrás las limitaciones de la carne, se sentía flotar, sin peso, en medio de un sueño del que no quería despertar. Era el destino, tenía que ser. Horas antes, cuando en medio de su aburrición lo vio llegar a la fiesta, convertido en el instantáneo centro de atención, algo le decía que iban a acabar juntos la velada. Su elegante y grácil andar parecían desentonar con su fría mirada y porte varonil, pero de algún modo le pareció apropiado que aquella hermosa criatura no se pareciera a nadie más. Cuando sus ojos fueron encontrados por la fría pero profunda mirada que parecía responder a su secreto escrutinio, un delicioso escalofrío había recorrido su cuerpo. Él se había abierto paso por el salón poco a poco, sa